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Discurso del Dr. Gilles Carbonnier, vicepresidente del CICR, sobre municiones en racimo

Discurso pronunciado por el vicepresidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Dr. Gilles Carbonnier, en el segmento de alto nivel de la 2ª Conferencia de Examen de la Convención sobre municiones en racimo, 20 de septiembre de 2021

A fines del año pasado, mientras cuidaba las ovejas de su familia en el campo cerca de su casa, Mohammed, un joven pastor yemení, encontró una bombeta en el suelo y la levantó, creyendo que se trataba de un juguete. La explosión le provocó heridas graves, principalmente, en el brazo y la mano.

En Yemen, el 38 % de los pacientes que reciben asistencia en los centros de rehabilitación que cuentan con apoyo del CICR son niños, como Mohammed, que quedan mutilados de por vida. Debido a las mutilaciones o a las lesiones graves causadas por las minas terrestres, las municiones en racimo sin explotar y otros restos explosivos de guerra, esos pacientes necesitan usar prótesis y órtesis.

Las municiones en racimo son una de las armas más traicioneras. Están diseñadas para explotar y dispersar un gran número de submuniciones sobre vastas superficies. Muchas no explotan en el momento previsto, y cuando lo hacen, pasado un tiempo, las principales víctimas son personas civiles. Las consecuencias humanitarias son inaceptables.

Aprobada en 2008, la Convención sobre municiones en racimo es un excelente ejemplo de un tratado de armas eficaz, que se fundamenta en el derecho internacional humanitario. Confiere protección a las personas civiles, resuelve un problema humanitario grave y previene daños mayores.

Actualmente, los Estados que son partes en el tratado suman 110. El CICR felicita a Maldivas, Santo Tomé y Príncipe, Niue y Santa Lucía por haber adherido a la Convención el año pasado.

Según el informe de Cluster Munition Monitor 2021, el año pasado hubo 360 nuevas víctimas de municiones en racimo, más que en 2018 y 2019.

Lamentamos advertir que, desde la última Conferencia de Examen, casi todas las víctimas siguen siendo civiles y cerca de la mitad, menores de edad. La mayoría han sido víctimas del nuevo uso de municiones en racimo por Estados que no son partes en la Convención, como Siria, Yemen y Libia, así como en el conflicto de Nagorno-Karabaj entre Azerbaiyán y Armenia.

A la luz de esta realidad, reitero el llamamiento que hicieron el año pasado la presidenta de la Confederación Suiza y el presidente del CICR en la conmemoración del décimo aniversario de la entrada en vigor de la Convención: todo uso de las municiones en racimo, en cualquier lugar y por cualquiera, debe ser condenado.

El CICR insta a todos los Estados y las partes en conflictos armados a renunciar de inmediato al uso, la producción, el almacenamiento y la transferencia de municiones en racimo.

La Convención no consiste solamente en la prohibición del uso, el almacenamiento y la transferencia de municiones en racimo, sino que pretende abordar también sus efectos secundarios para el desarrollo y la seguridad humana. Sabemos por experiencia que, en algunos de los países más afectados –como Laos, Camboya e Irak–, esas armas continúan causando muertes mucho después de la finalización de los conflictos.

Es de vital importancia apoyar todas las acciones humanitarias enunciadas en la Convención. Los Estados Partes deben ocuparse de las consecuencias humanitarias del uso de las municiones en racimo, incluso mediante la eliminación de las municiones y los restos que quedan en el terreno, la asistencia a las víctimas y a sus familiares, y la sensibilización de la población civil respecto de los peligros de esas armas.

Es fundamental para propiciar una mayor seguridad en las comunidades, permitir el acceso humanitario y crear las condiciones para que las personas desplazadas recuperen sus medios de subsistencia cuando regresan a su comunidad.

El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja trabaja incansablemente en la cuestión del impacto humanitario de las minas, las municiones en racimo y los restos explosivos de guerra. Nuestras actividades en este ámbito incluyen la sensibilización, la mitigación de riesgos, la rehabilitación física y el apoyo a la inclusión social y económica de los sobrevivientes.

Durante los últimos cuarenta años, los programas de rehabilitación física del CICR han ayudado a recuperar la movilidad a cerca de dos millones de personas con discapacidad —entre los que se cuentan sobrevivientes de municiones en racimo como Mohammed— en más de cincuenta países.

El personal y los voluntarios de las Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, que, a menudo, reciben capacitación del CICR, también han estado trabajando con las comunidades locales en zonas remotas de países como Siria, Irak y Myanmar recabando datos, realizando campañas de sensibilización sobre riesgos y promoviendo comportamientos más seguros.

Desde la aprobación de la Convención en 2008, hemos tenido bastantes motivos para ser optimistas. No ha habido informes ni denuncias sobre el uso de municiones en racimo por ningún Estado Parte.

Dieciocho Estados han dejado de producirlas. Alrededor de 1,5 millones de municiones en racimo, con más de 178 millones de submuniciones, fueron destruidos por 35 Estados Partes, lo que representa el 99 % del total de municiones en racimo almacenadas por los Estados Partes.

Desde la entrada en vigor de la Convención, seis Estados Partes han completado la limpieza de zonas contaminadas por restos de municiones en racimo; los casos más recientes son los de Croacia y Montenegro, en 2020. En el mundo, se limpiaron alrededor de 900 kilómetros cuadrados de territorios contaminados, que volvieron a utilizarse con fines productivos.

Según el informe Clearing Cluster Munition Remnants 2021, solo en 2020, se removieron municiones en racimo en un total de 135 kilómetros cuadrados de territorios contaminados, con lo que se alcanzó un nuevo récord. Felicitamos a los Estados Partes y a todos los que participaron en la consecución de estos extraordinarios logros.

No obstante, se necesita intensificar esos esfuerzos. Continuando con el impulso de lo que ya hemos logrado, los Estados Partes, las organizaciones correspondientes, los encargados de las actividades de desminado y la comunidad de la Convención en su conjunto debemos aprovechar esta Conferencia de Examen para elaborar una declaración política sólida y ambiciosa, y un plan de acción con objetivos alcanzables y acciones concretas.

  • En primer lugar, debemos redoblar nuestros esfuerzos para promover la adhesión universal a la Convención. Hace seis años, en el Plan de Acción de Dubrovnik, se estableció el exigente objetivo de que la Convención alcanzara los 130 Estados Partes en 2020. Aún no lo hemos logrado. Es imprescindible que todos los Estados que aún no se han adherido, incluidos 13 Estados signatarios, se sumen a la Convención sin demora.

  • En segundo lugar, en esta Conferencia debemos reafirmar el compromiso asumido en la Declaración Política de Dubrovnik de "condenar todos los casos de empleo de municiones en racimo por cualquier actor". También debemos intensificar nuestros esfuerzos para promover la observancia universal de las normas y los objetivos de la Convención entre todos los actores, incluidos los grupos armados no estatales.

  • En tercer lugar, es necesario garantizar la implementación oportuna y eficaz de la Convención, en especial, respecto de las obligaciones relativas a la destrucción de las existencias y la limpieza de los restos de municiones en racimo: no olvidemos que diez Estados Partes aún tienen zonas contaminadas por restos de estas armas y al menos cuatro todavía no han cumplido la obligación de destruir sus existencias.

  • En cuarto lugar, debemos garantizar que se satisfagan las necesidades crónicas de las víctimas de municiones en racimo, teniendo en cuenta la edad, el género y la diversidad. Asimismo, es necesario que garanticemos su participación integral en la sociedad.

  • Por último, debemos asegurar la disponibilidad de recursos para implementar las obligaciones clave de la Convención: la limpieza, la asistencia a las víctimas y la educación sobre los riesgos. Pese a las presiones presupuestarias impuestas por la pandemia de COVID-19, es imprescindible mitigar las limitaciones para poder contar con los recursos necesarios para implementar la Convención.

Para concluir, quisiera volver a nombrar al pequeño pastor yemení, Mohammed, y recordar a los miles de otros niños cuyas vidas se han visto irremediablemente alteradas por las municiones en racimo. Es por ellos que debemos hacer todo lo posible para librar al mundo de esas armas tan perniciosas.