El reto de sobrevivir: tres historias desde Colombia
"¿Qué voy a hacer, sin plata y sin nada?"
Wilson no solo resultó herido y sin dinero para trasladarse a un hospital. Sin poder trabajar, también perdió el sustento de su familia.
“Tengo 24 años y soy transportista en el Catatumbo, Norte de Santander. Un día iba para otro pueblo y había un carro bomba en medio del camino. Paré y, cuando volví a prender el carro, explotó la bomba y me afectó el estómago. Tengo una colostomía.
“Un amigo mío me auxilió, me trasladó al hospital del pueblo y allá me dieron un calmante. Luego me trasladaron a Ocaña. Allí, el doctor me puso el dedo en el estómago y quedé en coma. Cuando desperté, estaba en cuidados intensivos. Mi hermano decía: ‘¿qué voy a hacer, sin plata y sin nada?’. No tenía para transportarme ni para los gastos médicos. Entonces buscó a la Cruz Roja, que ayudó con todo.
“Si yo no trabajo, no como. Yo tengo dos niños pequeños y mi mujer, que los mantengo con mi carrito, pero mi carrito se dañó. Metí papeles al Gobierno para recibir una ayuda y en seis meses no me han dado nada. He tenido varias citas médicas. Tengo que venir a Ocaña para que me operen, y no se ha podido porque la herida no ha sanado. Ahora sí me van a operar.
“Los que tienen armas saben por qué están peleando, pero yo, acostumbrado siempre a trabajar, que todo el mundo me conoce, ¿por qué me vienen a hacer ese daño? Yo no estaba haciendo nada malo”.
Los que tienen armas saben por qué están peleando, pero yo, acostumbrado siempre a trabajar, ¿por qué me vienen a hacer ese daño?
Colombia: unas papas que salvan la vida
Fanny y sus hijos huyeron de la violencia en una zona rural de Colombia, solo para terminar en un barrio peligroso de la ciudad de Medellín. El CICR les ayudó a crear un negocio ambulante de venta de papas. Fanny y sus hijos son hoy autónomos, generan ingresos suficientes para mantenerse y han empezado a recuperar la esperanza.
Colombia: salir adelante como peluquero
Roger es un joven de Medellín, habitante de un barrio marcado por los enfrentamientos entre los “combos” o bandas armadas. Para alguien que viva allí, encontrar un empleo es casi una misión imposible. Sin embargo, Roger se las arregló para salir adelante. Con ayuda del CICR, pudo abrir una peluquería. Con ella espera poder mejorar la situación de su familia.
La respuesta del CICR
Una solución integral para recuperar los medios de vida
Para mitigar la vulnerabilidad en que queda la población que vive en medio de la violencia y ayudar a restablecer sus derechos fundamentales, el CICR desarrolla acciones en salud, seguridad económica, agua y saneamiento. Algunos resultados de 2014.
Acceso a la salud
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3.000 heridos y enfermos recibieron orientación o apoyo económico del CICR para acceder a atención médica, en coordinación con el Estado.
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Más de 2.400 personas –entre médicos, enfermeras e incluso las mismas comunidades– recibieron capacitación para atender heridos y enfermos.
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Más de 12.000 personas accedieron a rehabilitación física en cuatro centros apoyados por el CICR con formación, materiales para fabricación de dispositivos ortopédicos y asesoría técnica. Asimismo, unas 400 personas con discapacidad recibieron ayuda directa del CICR para acceder a rehabilitación.
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Para ayudar a proteger al personal, las instalaciones y los vehículos sanitarios, alrededor de 150 estructuras fueron marcadas con el emblema de la Misión Médica. Además, 3.000 personas se capacitaron sobre medidas de autoprotección.
Seguridad económica
- Más de 19.000 residentes de zonas de violencia recuperaron sus ingresos y sus medios de subsistencia con 32 intervenciones productivas, tales como cultivos, cría de peces, gallinas, ganadería, trapiches paneleros, molinos de arroz o una panadería cuya materia prima es la producción de cultivos indígenas.
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Otras 1.400 personas recibieron apoyo para recuperar su independencia económica y hacer frente a las consecuencias de la violencia. Por ejemplo, un grupo de mujeres indígenas produce y comercializa ropa típica de su comunidad y una tienda comunitaria fue fortalecida después de quedar desabastecida durante enfrentamientos.
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6.300 pobladores de zonas de violencia están más preparados y organizados para saber qué hacer ante situaciones como ataques armados, desplazamientos o confinamientos, gracias a los talleres comunitarios desarrollados por el CICR.
Agua y saneamiento básico
- Las condiciones de vida de unas 18.000 personas mejoraron con iniciativas de acceso a agua, saneamiento e infraestructuras básicas.
- Entre esas iniciativas se incluyó la construcción o mejora de pequeños acueductos, sistemas de recolección y almacenamiento de agua, restaurantes y albergues escolares, y un puente, entre otros, que ayudan a prevenir accidentes por artefactos o restos explosivos. También evitan que las comunidades transiten cerca de zonas de combate.