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Sudán del Sur: trabajo con las comunidades para ayudar a las víctimas de violencia sexual

La violencia sexual es un flagelo en todo el mundo, pero en general se comete con mayor frecuencia durante los conflictos armados. El año pasado se perpetraron innumerables violaciones en el transcurso del conflicto en Sudán del Sur. Por ello, el CICR trabaja con las comunidades y con la Cruz Roja de Sudán del Sur a fin de ayudar a las víctimas.

Aurore Brossault es especialista en apoyo psicosocial y salud mental del CICR. A continuación, expone el problema y explica cómo responde el CICR.

¿Qué visión tiene el CICR acerca de la violencia sexual en los lugares donde trabaja?

La violencia sexual puede usarse como una forma de represalia, para infundir temor o como un medio de tortura. También puede usarse sistemáticamente como método de guerra, con el fin de desintegrar el tejido social de una comunidad mediante la deshonra de la víctima y de su comunidad. En síntesis, la violencia sexual es un instrumento de poder y una herramienta de humillación.

¿Se conoce la magnitud del problema en Sudán del Sur?

La violencia sexual es mayormente invisible. Casi no existen denuncias debido a tabúes culturales y a la falta de concientización y de asistencia. Si bien algunas comunidades de Sudán del Sur tienen formas de resolver las controversias que surgen como consecuencia de ataques sexuales, el sufrimiento individual continúa. Que la víctima no sea visible no significa que no exista. De todos modos, es difícil precisar las cifras. El año pasado se produjeron probablemente cientos de violaciones relacionadas con el conflicto en las zonas donde los combates fueron más encarnizados, pero sólo puede hacerse un cálculo meramente estimativo.

¿Qué efectos tiene un ataque sexual en la víctima?

La violencia sexual es una experiencia devastadora, con consecuencias sumamente dañinas. Afecta no sólo a la víctima, sino también a sus familiares y a la comunidad, que se convierten en víctimas indirectas. Las mujeres y las niñas son los blancos más vulnerables y frecuentes, pero la violencia sexual puede perpetrarse contra cualquiera, también contra hombres y niños. Y le puede suceder a personas de cualquier edad. Hace poco prestamos asistencia a una niña de cuatro años que sufrió un ataque sexual. Las víctimas de violaciones pueden padecer una amplia gama de afecciones físicas y problemas mentales perdurables. Entre otras dolencias, pueden tener fístulas, sufrir dolores crónicos, contraer SIDA, sufrir ansiedad o depresión grave, sentir desamparo y desesperanza y padecer insomnio o pesadillas recurrentes. Estos problemas incluso pueden llevar a la persona a suicidarse.

¿Pueden sufrir también consecuencias sociales?

Efectivamente, quienes sufrieron un ataque sexual pueden resultar víctimas por partida doble. Pueden sufrir no solamente lesiones y traumas psicológicos graves de por vida, sino también la estigmatización y el rechazo permanentes por parte de sus familiares y comunidades. Si la víctima es una niña, por ejemplo, es posible que su familia se resista a efectuar la denuncia o a buscar tratamiento, ya que ello afectaría sus posibilidades matrimoniales. Ello se debe a que, para la comunidad, la niña habría "perdido valor" debido a lo que le sucedió. Y en esta región, el matrimonio es un recurso económico esencial para la familia. Una mujer hasta puede verse privada de tener hijos.

¿Cómo responde el CICR a la violencia sexual?

El objetivo más inmediato del CICR es capacitar al equipo médico para que preste una atención respetuosa, brinde una contención adecuada y genere un espacio confiable y seguro. La privacidad y la confidencialidad son esenciales si se pretende construir un marco confiable y prestar servicios que no causen más daño. En casi todos los centros de salud que cuentan con el apoyo del CICR, la Institución ofrece un acceso especial a las víctimas de violencia sexual, para que puedan ingresar sin llamar la atención. Por caso, una puerta pintada de un determinado color en la sala de maternidad, permite que la víctima se dirija al equipo especializado directamente, evitándole el trámite inicial y tener que contar su historia a varias personas. Según los profesionales presentes en ese momento, la Institución les brinda tanto atención médica como psicosocial. Asimismo, de ser necesario y factible, también deriva a las víctimas a otros servicios médicos.

¿Cómo trabaja el CICR sobre este tema con las comunidades de Sudán del Sur?

El CICR despliega un intenso trabajo de sensibilización de la comunidad sobre este tema. Es primordial educar a la comunidad para asegurar que no se estigmatice ni se excluya a las víctimas y a sus hijos. Es imprescindible romper el tabú en torno a la violencia sexual. Por ello, la Institución transmite a las comunidades mensajes claros que explican en qué consiste la violencia sexual y cuáles son sus consecuencias y resaltan la importancia de buscar ayuda rápidamente. También explica con claridad que las víctimas no deben ser culpadas sino que se las debe apoyar y consolar. Con la colaboración de miembros clave de la comunidad, como por ejemplo las parteras tradicionales, el CICR tiene llegada a pacientes en los lugares más diversos, desde las salas de espera en los centros médicos de la Institución, hasta las aldeas más remotas.

El CICR también se propone capacitar a miembros de comunidades donde la Institución no tiene presencia médica permanente, para que puedan brindar apoyo básico, emocional y práctico, a las víctimas. El CICR está convencido de que los miembros de la comunidad constituyen un recurso invalorable, ya que son capaces de responder con suma eficacia.

¿Dónde presta el CICR este tipo de asistencia?

El CICR presta atención médica a las víctimas de violencia sexual en tres centros médicos en Sudán del Sur. En los meses venideros, extenderá el programa a otros tres sitios.

En Maiwut, región del Alto Nilo, el CICR es la única organización presente. Por ello, personal local que ha recibido capacitación especial presta asistencia tanto física como emocional.

En Waat y Kodok, en los alrededores de la región del Alto Nilo, el CICR ofrece atención médica y programas de sensibilización dentro del centro de salud y deriva a las víctimas a otras ONG donde se les brinda atención psicosocial.

Por último, en Bentiu, en el norte del país, con la ayuda de los voluntarios de la Cruz Roja de Sudán del Sur, el CICR pondrá en contacto a las víctimas con los servicios de salud. Los voluntarios son miembros de la comunidad que ya colaboran en el restablecimiento del contacto entre familiares que han quedado separados, facilitándoles la realización de llamadas telefónicas. En el futuro, también acompañarán a las víctimas a los servicios de asistencia, para que se sientan apoyadas y puedan romper el silencio.