El 9 de febrero, el hospital de Kodok recibió decenas de heridos.
El 9 de febrero, el hospital de Kodok recibió decenas de heridos.
Ante un recrudecimiento de la violencia en la región del Alto Nilo, el equipo quirúrgico del CICR trabajó día y noche en el hospital de Kodok.
"Los heridos comenzaron a llegar por la mañana. Al principio, era un caos. Tuvimos que organizarnos rápidamente y comenzar con la clasificación para identificar los casos más críticos", relata Charlotte, enfermera del CICR.
"Recuerdo a una persona que vino con una herida de bala en el maxilar. Se le caía la mandíbula y debía estar tragándose su propia sangre. Se me acercaba todo el tiempo, haciendo gestos y pidiendo ayuda desesperadamente. Pero tuve que decirle que esperara. Por más terrible que fuera su estado, no se trataba de una cuestión urgente de vida o muerte. Primero teníamos que ocuparnos de los pacientes con heridas torácicas y abdominales", dijo Charlotte.
"La gente no paraba de llegar. Yo temblaba cada vez que oía un automóvil afuera porque significaba que venían más pacientes. No paramos ni un minuto hasta más o menos las diez de la noche", cuenta Charlotte.
"Me temblaban las manos mientras ayudaba con la clasificación de heridos. El hospital ya había sido castigado por los enfrentamientos. Temíamos que volviera a suceder", cuenta Dianne, asistente de salud del CICR.
"Había pacientes por todas partes, en los corredores y en el piso. Todos pedían ayuda a los gritos, pero teníamos que atender los casos críticos primero", explica Dianne.
A medida que llegaban los heridos, iban llenándose las salas, lo que obligó a trasladar a los pacientes más estables a tiendas de campaña y a otras instalaciones. Muchos fueron trasportados por aire a un hospital que recibe apoyo del CICR en Maiwut.
El personal hospitalario local y los voluntarios de la Cruz Roja de Sudán del Sur pasaron largas horas atendiendo pacientes.
Pese al temor de que los enfrentamientos llegaran hasta Kodok, el personal del hospital y los voluntarios de la Cruz Roja de Sudán del Sur no dejaron de salvar vidas.
El espacio en las salas se reducía a medida que llegaban los heridos.
El recrudecimiento de la violencia coincidió con la temporada alta de vientos, cuando aumentan algunas enfermedades como las infecciones oculares. El personal hospitalario tuvo que afrontar la llegada de multitudes de heridos, sumada al movimiento normal de pacientes.
Cuando se desató la violencia, Faisal estaba en tratamiento por una fractura en la pierna. "Nos dimos cuenta de que algo andaba mal cuando vimos que los heridos llegaban de a montones. Tuvimos miedo de que la violencia nos alcanzara. Ahora lo más difícil es encontrar la forma de volver a casa", relata el padre de Faisal.
"Tuvimos que instalar un sistema de abastecimiento de agua de emergencia en tan solo dos días para asegurarnos de que el hospital tuviera un suministro constante de agua potable", cuenta Mario, ingeniero en agua y hábitat del CICR.
Tras el resurgimiento de la violencia en la región del Alto Nilo de Sudán del Sur en febrero, el personal del hospital de Kodok y el equipo quirúrgico del CICR han recibido una afluencia de pacientes heridos.
Pese al cansancio permanente y al temor de que los enfrentamientos alcanzaran la localidad de Kodok, el equipo médico trabajó sin cesar para salvar vidas.