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Sudán del Sur: usted tiene tres minutos, ¿a quién llamaría?

Cientos de miles de hombres, mujeres y niños han sido desplazados o han huido a países vecinos tras la crisis que estalló en Sudán del Sur en diciembre de 2013. Mantenerse en contacto con los familiares y los amigos mantiene viva la esperanza, si bien el tiempo y la oportunidad son invariablemente breves.

Para ayudar a las personas a encontrar y mantenerse en contacto con sus seres queridos, la Cruz Roja ha ampliado sus actividades de la iniciativa "Restablecimiento del contacto entre familiares" (RCF) en el país. El servicio incluye llamadas telefónicas gratuitas, mensajes de Cruz Roja manuscritos para transmitir noticias familiares y un álbum de fotos de desplazados de Sudán del Sur. El álbum circula en diferentes lugares y permite que las personas identifiquen a sus familiares. También se creó una página web que permite buscar a miembros de la familia con quienes se ha perdido el contacto.

En octubre, el fotógrafo británico Giles Duley viajó a la aldea de Akobo, estado de Jonglei, para documentar el proyecto dirigido por el CICR y un equipo de voluntarios de la Cruz Roja de Sudán del Sur.

Tres minutos, una llamada. ¿A quién llamaría? ¿Qué le diría?

Hoy vivimos en la era más conectada de todos los tiempos. Nunca había resultado tan fácil comunicarse con un ser querido, mediante un mensaje de texto, un correo electrónico, Twitter, Facebook, WhatsApp, Skype o simplemente una llamada telefónica. Los amigos, los colegas, los miembros de la familia están a nuestro alcance las 24 horas del día sin importar dónde estén en el mundo. Ésta es la era de la comunicación.

Ahora, imagine si nos quitaran todo eso de la noche a la mañana. ¿Qué sucedería si en lugar de comunicaciones múltiples, usted pudiera telefonear a sólo una persona y apenas por tres minutos. ¿A quién llamaría? ¿Qué le diría?

Para muchas personas en Sudán del Sur, ésta es su realidad. En 2013, sólo dos años después de convertirse en un estado independiente, en Sudán del Sur estalló una brutal guerra civil. Las comunidades quedaron divididas y las familias se separaron. En un intento por interrumpir las comunicaciones, las ya saturadas redes de telefonía móvil fueron destruidas, silenciando la única vía de contacto entre las personas con sus seres queridos.

Comunicación perdida

Akobo es una aldea el estado de Jonglei, en la frontera con Etiopía, a unas 280 millas de Juba, capital de Sudán del Sur. Al cabo de varios años de guerra, cuando en 2011 Sudán del Sur finalmente se convirtió en un país independiente, una ola de optimismo inundó la ciudad. Finalmente parecía que la paz había llegado y muchos pobladores de Akobo se mudaron a Yuba en busca de nuevas oportunidades de trabajo o estudio.

En Akobo, muchas familias quedaron divididas, ya que los hombres se quedaron a cuidar sus hogares y tierras, mientras sus esposas e hijos buscaron refugio de los enfrentamientos en los países vecinos Etiopía y Kenia. Muchos pensaban que la guerra terminaría en pocas semanas y volverían a reunirse con sus familiares.

Entonces las redes de telefonía quedaron desconectadas y Akobo, como muchas ciudades y aldeas en Sudán del Sur, se encontró aislada del mundo exterior. A medida que la guerra avanzaba, los medios para ponerse en contacto con familiares y amigos se perdieron. Muchos no tenían certeza de si sus seres queridos estaban aún vivos. En este mundo conectado, Akobo había perdido toda comunicación.

Un número precioso

Luego, en 2013, el programa de RCF del CICR llegó a Akobo. Como parte del proyecto, en julio de 2014, las personas tuvieron la oportunidad de utilizar un teléfono satelital. Para muchos, sería la primera vez en que hablarían con familiares desaparecidos los últimos dos años.

En las afueras de la aldea, debajo de un árbol para refugiarse del sol intenso, los pobladores de Akobo se sientan y esperan pacientemente su turno para utilizar el teléfono. Unas 200 personas se registran por día y luego esperan. Cuando escuchan su nombre por el altavoz, caminan, con el número precioso anotado en un papel. Lo entregan al colaborador del CICR, quien marca el número y luego les pasa el teléfono.

Se les permite hablar sólo tres minutos.

Es difícil de imaginar, pero para los pobladores de Akobo esos tres minutos son su vía de comunicación con el mundo. Si usted tuviera esos tres minutos preciosos para hablar con la persona que ama. ¿A quién llamaría? ¿Qué le diría?

Todas las fotos: © Giles Duley / CICR

Liep Wan Loang, 35 años, de Akobo
Liep llamó a su esposa, a quien no había visto ni hablado con ella desde diciembre de 2013. Quería saber cómo estaba y preguntarle sobre sus hijos. Liep quería decirle: "Te extraño y extraño a nuestros hijos, pero no te preocupes, estoy bien".

Nyanding Kuang Puol, 31 años, de Akobo
Nyanding llamó a sus hijos que huyeron de los enfrentamientos en diciembre de 2013. Ella tiene siete hijos y perdió contacto con ellos poco después de que se fueron. Quería saber que estaban a salvo. Quiere a sus hijos de regreso en su hogar para poder cuidarlos, pero por ahora sabe que no es posible.

Wan Kiir Wan, 39 años, de Akobo
Wan llamó a su esposa. No había hablado con ella desde marzo de 2014. Quería saber cómo estaba y animarla a que tuviera paciencia. "Ya volveremos a estar juntos nuevamente", le dijo."

Nyiakubo Wiyual, 16 años, de Akobo
Nyiakubo llamó a su hermano, a quien creía muerto en los enfrentamientos. No sabía nada de él desde 2013. Durante la llamada, ella empezó a llorar. "Estoy llorando porque pensaba que a mi hermano lo habían matado, pero ahora que escucho su voz. Estoy tan feliz", dijo.

Chiey Yak Puok, 33 años, de Akobo
Chiey llamó a su hermana, a quien había visto por última vez en 2013, cuando ella huyó de los enfrentamientos en Akobo. Su mensaje para ella era simple: "Hace dos días mi esposa dio a luz a una niña. ¡Eres tía!"Chiey llamó a su hermana, a quien había visto por última vez en 2013, cuando ella huyó de los enfrentamientos en Akobo. Su mensaje para ella era simple: "Hace dos días mi esposa dio a luz a una niña. ¡Eres tía!"

Nyanchan Maluol Mot, 19 años, de Akobo
Nyanchan llamó a su hermana. Era una de las personas desplazadas en el campamento de Juba. Habían perdido el contacto en 2013. Quería contarle a su hermana que habían encontrado a otro familiar en Juba y esperaba ponerlos en contacto para que su hermana no estuviera tan sola.

Chieu Lam Turuk, 18 años, de Akobo
Chieu llamó a su marido que estaba estudiando en Addis Abeba. No habían podido hablar desde abril de 2015. Ella tenía noticias para él: ¡estaba embarazada! Pero quería que él supiera que ella estaba bien y que él debía continuar con sus estudios.

Chol Lul Walou, cerca de 60 años, de Akobo
Chol llamó a su hija y su yerno, con quienes había perdido el contacto en diciembre de 2013. Ahora vivían en Jartum, Sudán. Cuando comenzó la guerra, Chol se quedó sola y no tenía quien la ayudara. Le pidió a su familia que le enviaran ropa y dinero. "Debido a la guerra, no tengo a nadie", dijo.

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