"Tenía miedo de contárselo a alguien": apoyo a sobrevivientes de violencia sexual en la República Democrática del Congo
Lejos del foco de la atención mundial, los conflictos armados hacen trizas la vida de los habitantes de República Democrática del Congo. Además de los combates, abundan los episodios de violencia sexual. La Cruz Roja ha organizado maisons d’écoute (“casas de escucha”) que brindan refugio y apoyo para las y los sobrevivientes de esas agresiones. A continuación, algunas historias contadas por las víctimas. Los nombres de las personas son ficticios.
La historia de Françoise
Françoise tiene 17 años. Huyó de su aldea cuando los enfrentamientos armados se fueron aproximando. Actualmente, vive en un campamento para personas desplazadas por el conflicto, en las afueras de Goma, provincia de Kivu Norte.
“Empecé a ir al bosque con otras mujeres en busca de leña para vender", relata. “Hace dos semanas más o menos, nos topamos con un grupo de hombres de uniforme que iban armados. Salimos corriendo y nos persiguieron. Yo me caí, no pude seguir corriendo, y dos de ellos me atraparon. Todos me violaron, uno tras otro. No dijeron ni una palabra. Me di cuenta de que también ellos tenían miedo.
Cuando pude ponerme de pie y caminar, volví al campamento ocultando la ropa desgarrada. Tenía miedo de haber quedado embarazada. Tenía miedo de contar lo que había ocurrido. Me sentía inútil, atemorizada y absolutamente sola. Por fin, decidí desahogarme con las mujeres mayores del campamento y ellas me mandaron [a las maisons d’écoute].”
Aunque la legislación internacional y la nacional de República Democrática del Congo condenan categóricamente la violencia sexual, esta continúa siendo uno de los problemas fundamentales de protección que padecen en el país las mujeres y las niñas, pero también los hombres y los niños varones. Desgraciadamente, no se trata de un fenómeno nuevo: desde 1996, en el curso de los diversos conflictos que se sucedieron, las denuncias de violencia sexual se han reiterado sistemáticamente.
Entre enero y marzo, un grupo de instituciones que encabeza la ONU contabilizó en Kivu Norte más de 12.600 casos de violencia sexual. Aunque las personas sobrevivientes de esos episodios son, en su abrumadora mayoría, mujeres y niñas, también hay hombres y niños entre las víctimas.
La historia de Trésor
Trésor fue a buscar leña junto con un amigo y se encontró con cuatro hombres armados. Les ordenaron que se tiraran al suelo y se bajaran los pantalones.
Este hombre, de 57 años, relató así lo sucedido: “Les grité: ‘¿Qué hacen? ¡No soy una mujer!’. ‘Tírense al suelo sin chistar’, vociferaron ellos. Jamás me había enterado de que podía ocurrir algo así, de que hubiera hombres que atacaban a otros hombres de esa manera. Mi amigo no sobrevivió al ataque”.
Trésor regresó al campamento y contó a su mujer lo que le había ocurrido.
“Ella intentó apaciguarme. Me dijo que no era culpa mía. Durante varios días tuve dolores terribles. Y decidí a acudir a las maisons d’écoute. Me quedé mucho tiempo afuera sin decidirme a entrar: me daba mucha vergüenza. Pensaba que eran lugares para mujeres exclusivamente. Todavía no puedo dormir, pero no me arrepiento de haber venido a la maison. Espero reponerme algún día.”
- En República Democrática del Congo, el aumento de la violencia sexual está vinculado de manera directa con la intensificación de las hostilidades y la fragmentación de los actores armados en la zona oriental del país. Más de la mitad de sus habitantes mujeres han sufrido algún tipo de violencia física; más del 27 % ha informado episodios de violencia sexual en relación con los conflictos armados.
- Además del comportamiento individual de los actores armados, los conflictos han causado desplazamientos de personas y una enorme escasez de recursos, situaciones que pueden propiciar la violencia sexual. La explotación sexual de mujeres y niñas es particularmente intensa en el ámbito de los campamentos, así como en las zonas de actividad minera.
La historia de Henriette
Henriette huyó de su aldea en noviembre del año pasado. Su marido está desaparecido. Para alimentar a sus hijos, esta mujer de 30 años junta leña que luego vende. Cierto día, en el bosque cercano al campamento para desplazados donde vive, se separó del grupo de amigas que iban con ella. Aprovechando que se hallaba sola, un hombre que portaba un machete la violó.
“Estaba aterrada; pensaba en mis hijos”, contó. “El hombre me metió adentro de un hoyo en el suelo y me violó. Cuando terminó, me dijo que me fuera y no volviera. Que había tenido suerte: no me había matado. Volví al campamento, pero no salí durante varios días. Me quería tirar al lago, pero no lo hice por una única razón. Porque no había nadie más que cuidara a los niños.
Un día, oí que unas personas de la Cruz Roja hablaban de las maisons d’écoute. Tuve miedo de acercarme. Miedo de lo que podían pensar los vecinos. Pero escuché con atención desde cierta distancia y me vine aquí apenas se fueron. Me enviaron a un hospital y allí supe que estaba embarazada.
Me retumban preguntas en la cabeza: ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo voy a alimentar a los niños? ¿Qué dirá mi marido si vuelve?
Pero ahora, por lo menos sé que no estoy sola; que hay tantas otras mujeres en mi situación. De alguna manera, me alivia saberlo.”
La historia de Brigitte
Brigitte tiene 36 años. Descubrió que estaba embarazada a raíz de una violación que sufrió mientras juntaba leña.
“Eran cinco hombres armados que nos arrastraron al bosque. Nos retuvieron allí cinco días y nos violaban todo el tiempo. Al final, nos dejaron ir.
Mi marido es policía en otra ciudad. No sabe lo que ocurrió y yo no sé cómo decírselo. Cuando vuelva, será la catástrofe.
Hay días en que no hago nada: me quedo en la cama llorando. No preparé nada para el bebé.”
- Además de las inevitables cicatrices físicas y mentales, en República Democrática del Congo las víctimas y sobrevivientes de episodios de violencia sexual sufren otras consecuencias adversas, entre ellas barreras invisibles como el rechazo social y la exclusión económica. Por ejemplo, más del 50 % de las víctimas y sobrevivientes mujeres manifiestan que no querían buscar ayuda ni contar a su familia lo sucedido. Es probable que ese porcentaje sea aun mayor entre los niños y las niñas, así como en el caso de adultos varones. Así, la escasez de recursos y la pobreza pueden afectar cada vez más a quienes callan, situación que finalmente los obliga a recurrir a mecanismos peligrosos, como las relaciones sexuales de supervivencia, que pueden incrementar su vulnerabilidad ante muchas otras formas de violencia.
La historia de Sifa
Sifa tiene 16 años. La violaron varios hombres armados cerca de su aldea, en el bosque donde estaba juntando leña. Ahora vive en un campamento para personas desplazadas situado en Goma.
“Ellos me dijeron: ‘A tu abuela no la vamos a tocar porque puede echarnos una maldición’. Después, me tiraron al suelo y me violaron, uno tras otro.
De regreso a la aldea, la abuela me repitió muchas veces que tenía que ser fuerte. Que era mejor no contarle a nadie lo que había pasado. Que teníamos que mantenerlo en secreto. Al mes siguiente, no me bajó el período.
Cuando la guerra llegó a Masisi, toda la familia huyó a este campamento: la abuela, mis cuatro hermanitos varones y yo. En el centro de salud me dijeron que tenía cinco meses de embarazo.
Me siento muy triste. Pero sé que nada va a cambiar porque yo me sienta triste”.
- Los niños y las niñas congoleños son especialmente vulnerables. Los riesgos de padecer violencia sexual son mayores para ellos si quedan separados de otros miembros de la familia, situación muy frecuente cuando hay desplazamientos de población. Además, tanto los niños como las niñas corren el riesgo de que los recluten grupos armados, en los que estarán expuestos a todo tipo de violencia, incluida la violencia sexual.
La historia de Odette
Odette tiene 69 años. Desde octubre de 2022, vive con su hijo menor en un campamento para personas desplazadas ubicado en Goma.
“Esa noche, salí con la linterna para ir al baño. Aparecieron en mi camino dos hombres armados que querían mi teléfono. Les dije que no tenía teléfono y me arrastraron lejos, adentro del bosque. Me decían que si no caminaba rápido, iban a golpearme con la culata de las armas. Yo obedecía las órdenes porque tenía miedo de que me mataran.
Una vez en lo profundo del bosque, me golpearon y me violaron. Me desmayé. Cuando amaneció, conseguí levantarme y volver al campamento, descalza y medio desnuda, aferrándome a los árboles. Tuve la suerte de que esa noche no lloviera.
Ahora vivo con miedo de ir a cualquier parte. Las amenazas que me hicieron me siguen resonando en la cabeza: ‘Te vamos a matar. Te vamos a matar’. Y a veces pienso: si hubiera tenido el teléfono que querían, ¿me habría salvado de todo lo que siguió?”
La historia de Neema
Neema es una mujer de 33 años. No recuerda cuántos eran los hombres que la violaron cuando estaba acopiando leña en el bosque.
“Estaba tan lastimada que no podía caminar para volver a la aldea. Se reunieron vecinos y vecinas, y salieron a buscarme en el bosque.
Me llevaron de regreso y me aconsejaron ir a una maison d’écoute. Todavía estoy débil y tengo que cuidar a mis hijos. Con el dinero que me dieron aquí, me las arreglé para empezar a hacer buñuelos y venderlos.”
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y la Cruz Roja Congoleña financian las maisons d’écoute en las afueras de Goma. Allí, las personas sobrevivientes reciben atención médica y también apoyo psicológico y económico.
- En el año 2022, el CICR lanzó un programa plurinacional y plurianual cuyo objetivo es reducir el riesgo de violencia sexual y contribuir a su prevención en general, poniendo el énfasis en las actitudes y prácticas que derivan en actos violentos concretos y en la estigmatización de las víctimas.
- Este país fue elegido como uno de los primeros contextos piloto de un proyecto nuevo: a través del diálogo ya establecido por el CICR con portadores de armas, los equipos de la institución pueden aplicar métodos nuevos para comprender, medir e influir en comportamientos que contribuyen al respeto del derecho internacional humanitario y la prevención de la violencia sexual.
- A partir de datos iniciales recogidos por nuestra organización acerca de República Democrática del Congo y de otros países, podemos observar claramente que los portadores de armas que participan en conflictos podrían no tener una comprensión cabal del papel que les cabe para prevenir las funestas consecuencias de la violencia sexual y para remediarlas.
- Solo en el año 2023, el CICR proporcionó servicios de salud mental y apoyo psicosocial a más de 3.233 víctimas sobrevivientes de episodios de violencia sexual.
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