El cambio climático y los conflictos armados

El clima está cambiando en todas partes, pero sus efectos son más severos para quienes viven en circunstancias precarias. El cambio climático sigue causando gran sufrimiento al intensificar la desigualdad.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático prevé un aumento promedio de 3,3°C en la temperatura de África occidental para el año 2100, lo que podría incrementar en 4,7°C la temperatura de la región septentrional de Malí. Samuel TURPIN / Humans & Climate Change Stories

DESCARGUE EL INFORME DEL CICR SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO Y LOS CONFLICTOS ARMADOS: CUANDO LA LLUVIA SE CONVIERTE EN POLVO

La crisis por el cambio climático y ambiental afecta cada aspecto de nuestras vidas, desde la salud mental y física, hasta la alimentación, agua y medios de vida. Si bien el cambio climático es un problema mundial, no afecta a todos por igual. Las comunidades más vulnerables y con menos recursos se ven más afectadas.

Las personas que sufren los conflictos a menudo nos transmiten los grandes cambios ambientales que observan. Su cotidianidad no solo se ve dificultada por la violencia en la que viven, sino también por un clima y un medio ambiente cambiantes.

En 2020, el CICR publicó "Cuando la lluvia se convierte en polvo". El informe señala que los países en conflicto se ven desproporcionadamente afectados por la variabilidad climática y los fenómenos meteorológicos extremos, debido a la limitada capacidad de adaptación de las personas, los sistemas y las instituciones que ya sufren las consecuencias de los conflictos.

El informe se basa en investigaciones llevadas a cabo en el sur de Irak, el norte de Malí y República Centroafricana, lugares asolados por conflictos prolongados y donde el CICR despliega actividades operacionales de gran magnitud. El informe señala que el sector humanitario debe adaptar sus actividades para enfrentar estos riesgos e insta a que se tomen más medidas y se destinen más fondos para abordar las consecuencias del cambio climático en países afectados por conflictos.

En lugares como Somalia, debilitados por décadas de conflicto e inestabilidad, tanto las sequías como las inundaciones han forzado a las personas a mudarse. En la región del Sahel, el clima imprevisible y la degradación medio ambiental hacen que la supervivencia de las comunidades remotas y empobrecidas sea más difícil cada año. Sus estrategias de afrontamiento sufren una erosión radical debido a la violencia y la inestabilidad.

En Yemen e Irak, la escasez de agua se agrava debido a la vulnerabilidad institucional, poniendo en riesgo la salud y la seguridad alimentaria y económica. En muchos casos, los conflictos dañan también de manera directa los ecosistemas indispensables para la supervivencia de la población.

Las personas afectadas por conflictos no solo se encuentran entre las más vulnerable a las crisis climáticas y ambientales, sino que son también las más olvidadas por la acción climática, en parte debido a los desafíos que implica trabajar en este tipo de entornos. Instamos a revertir esta tendencia.

Las organizaciones humanitarias cumplimos un papel crucial en la respuesta a estas crisis. El CICR se esfuerza por adaptar su respuesta en apoyo a las poblaciones que sufren las consecuencias combinadas de los riesgos climáticos y los conflictos.

En conjunto con la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, el CICR ha elaborado una Carta sobre el clima y el medio ambiente para organizaciones humanitarias a fin de orientar la respuesta a estas crisis y promover la acción colectiva.

El CICR también hace todo lo posible por ser una organización más responsable ambientalmente. Nuestras actividades repercuten en el medio ambiente, y tenemos la firme determinación de minimizar estos efectos, en la medida de lo posible.

Debemos aunar los esfuerzos dentro del sector humanitario y en otros ámbitos, con el fin de mitigar el cambio climático y garantizar que las personas reciban el apoyo que necesitan para adaptarse a la crisis climática ahora y en el futuro. La inacción no es una opción.

Robert Mardini, director general del CICR

Nadie puede abordar solo estos retos. Se necesita una transformación radical urgente para evitar más sufrimiento. La protección de la vida y los derechos de las generaciones presentes y futuras depende de medidas políticas. Es vital reducir los gases de efecto invernadero, pero estos esfuerzos deben complementarse con medidas que ayuden a las comunidades a adaptarse.

A pesar de ser los más vulnerables a las consecuencias del cambio climático, los países afectados por conflictos son los más olvidados en materia de fiinanciamiento climático y, en particular, de financiamiento para la adaptación. Es necesario revertir esta situación.