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Testimonios sobre la guerra: Las armas de una mujer

15-10-1999por Carrington Nelson

Nomkhango Phumza Dyanti, conocida también como Albertina, se golpea el pecho con las manos cuando rememora su lucha contra el régimen del apartheid en la década de 1980.

“Yo soy una mujer muy, muy fuerte”, afirma interrumpiendo sus palabras en xhosa, su lengua nativa, para expresarse en inglés.

Albertina narra que durante los combates que tuvieron lugar en las localidades de las afueras de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, participó como combatiente, dispuesta a morir por la lucha.

“Solía ponerme un chandal y combatir — ¡con un abrelatas y piedras!”

Ahora se cubre la cabeza con el tradicional toek, tela tejida con un diseño de rosas rojas, para tapar las cicatrices de las heridas que le causó la policía.

Para proteger a sus hijos durante el conflicto, Albertina los envío para que se quedaran con su familia. Pero su hijo de seis años se perdió en medio de la violencia y nunca más lo volvió a ver. No sabe si está vivo o muerto.

“Yo nunca hubiese abandonado la guerra”, afirma Albertina. “Yo tengo que participar en esta guerra como mujer que lucha por la libertad.”

Albertina sigue siendo combatiente y líder, incluso ahora que está tratando de recuperarse del trauma de la violencia del pasado. Ella es la anfitriona de un grupo de mujeres, todas ex detenidas, que se han reunido para hablar de sus luchas y de los abusos cometidos durante el conflicto c ontra el apartheid.

Al igual que muchas mujeres del grupo, Albertina fue arrestada, detenida y golpeada y su hogar en Nyanga Bush fue destruido. Otras fueron asesinadas ante su vista cuando eran sacadas de sus chozas, y describe las escenas de una niña moribunda que le pedía ayuda.

Ahora Albertina vive con cuatro niños, en una pequeña choza, en la localidad de

Phillipi, donde cultiva un huerto de patatas y cebollas en el seco suelo arenoso.

Albertina desearía haber podido participar en una lucha no violenta por la liberación, en charlas sobre la paz o en otras actividades para poner fin al apartheid.

Sin embargo, el concepto de normas sigue siendo ajeno para Albertina, y alza las ceja cuando el traductor le pregunta si deben existir normas que protejan a las mujeres y los niños que no combaten.

Albertina sería muy feliz si existieran tales límites, dice, pero en Sudáfrica est concepto “es como un rumor”

(Las opiniones expresadas son responsabilidad de los entrevistados y de los autores de los artículos y no reflejan necesariamente la opinión del Comité Internacional de la Cruz Roja)