Adelanto de la mujer, Asamblea General de las Naciones Unidas, 71˚ periodo de sesiones, Tercera Comisión. Declaración del CICR, octubre de 2016.
Los conflictos armados no conciernen solo a los hombres; sus efectos en las mujeres pueden ser graves. Independientemente de que sean combatientes, privadas de libertad, migrantes, desplazadas internas o civiles, las mujeres sufren desventajas sistemáticas. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) reconoce esta realidad. Hoy quisiéramos exponer aquí:
- nuestra perspectiva operacional sobre las diversas amenazas que afrontan las mujeres y las niñas; y
- nuestro enfoque humanitario, que reconoce la importancia de que las mujeres participen como agentes de su propia protección.
Y quisiéramos ilustrar cómo, a través de la participación de las mujeres, puede fortalecerse la resiliencia ante las diversas amenazas que generan los conflictos armados.
Nuestra misión es proteger la vida y la dignidad de las víctimas de conflictos armados y de otras situaciones de violencia, así como prestarles asistencia. El CICR suele estar presente en lugares donde otras pocas organizaciones humanitarias intervienen. Nuestro cometido, ampliamente aceptado, suele darnos un acceso único, incluso a los lugares de detención, por lo que podemos observar directamente las circunstancias que atraviesan las personas. Con frecuencia vemos que las necesidades de las mujeres detenidas, en particular, quedan desatendidas. Por ejemplo, las mujeres detenidas con niños de corta edad no son alojadas en lugares seguros y separados.
Es frecuente que las mujeres tengan que afrontar solas su situación como jefas de hogar; las mujeres cuyo marido ha desaparecido suelen no tener un estatuto claro en la legislación nacional; no se las considera esposas ni viudas, lo que puede afectar su acceso a la propiedad y la custodia de los hijos. También hemos observado que, cuando un conflicto armado agrava la situación económica de las mujeres, aumenta el índice de matrimonios precoces y de trata de personas. Además, los mecanismos habituales de protección contra la violencia suelen verse debilitados en situaciones de conflicto armado. Si bien esto puede afectar a los hombres y los niños, son sobre todo las mujeres y las niñas las que quedan expuestas a la violencia sexual.
Las mujeres y las niñas son expertas en sus propias situaciones, por ello deben participar activamente en las decisiones relacionadas con sus necesidades. El CICR reconoce que las mujeres son agentes de su propia protección. Consultamos a las mujeres y a las niñas para comprender sus vulnerabilidades y capacidades específicas. Las convocamos a participar en la elaboración y la aplicación de programas que se apoyan en las estrategias positivas para hacer frente a la situación, que ellas mismas han establecido, o les ofrecemos alternativas para que no recurran a estrategias perjudiciales.
La participación de las mujeres y de las niñas en la definición de la respuesta humanitaria a sus necesidades ayuda a empoderarlas y a mejorar su resiliencia. Por ejemplo:
- para mitigar el riesgo de violencia durante las actividades cotidianas, como buscar agua o trabajar en el campo, las mujeres suelen organizarse en grupos. El CICR las ayuda a establecer horarios y a tomar otras medidas para que puedan circular en grupos en forma segura;
- las actividades para generar ingresos culturalmente adaptadas pueden reducir la necesidad de recurrir a estrategias perjudiciales para salir adelante, como obligar a menores a contraer matrimonio, enviarlos a trabajar para apoyar a la familia o recurrir a la prostitución;
- una forma de empoderar a las mujeres consiste en brindarles información sobre sus derechos y los servicios que pueden recibir. Por ejemplo, en su trabajo con los familiares de personas desaparecidas, el CICR les explica que no se les debería exigir pagar para recibir información sobre sus seres queridos; de ese modo, se reduce el riesgo de explotación.
Es importante reconocer a las mujeres y a las niñas como agentes de su propia protección y hacerlas participar en la formulación de la respuesta humanitaria a sus necesidades, pero también lo es recordar a los Estados que tienen la obligación principal de satisfacer las necesidades de la población que está bajo su control. Instamos a todos los Estados a garantizar un entorno seguro para las mujeres y las niñas, y a minimizar el daño al que están expuestas. Para ello, deben respetar y hacer respetar las normas y los principios internacionales que rigen la protección de las mujeres y las niñas, en particular el derecho internacional humanitario.