Colombia: comunidades en zonas afectadas por conflictos mejoran sus ingresos a través del café
En zona rural de Jamundí, Valle del Cauca, familias cafeteras recibieron apoyo del CICR para la compra de nueva maquinaria y capacitaciones para mejorar la calidad de su cultivo.
- En zona rural de Jamundí, Valle del Cauca, apoyamos a 38 familias afectadas por los conflictos armados con capacitaciones técnicas que fueron realizadas por el Sena (Programa SER) y el Comité de Cafeteros del Valle del Cauca para mejorar el rendimiento y la calidad de su café. De esta manera, podrán incrementar las ganancias que les deja este cultivo y asegurar más ingresos para sus hogares y fincas.Carolina Ávila / CICR Colombia
- Son familias de tradición cafetera, pero que no tenían la infraestructura adecuada para sacar un producto de calidad. Trabajaban con molinos caseros que quebraban el grano de café, o no contaban con las herramientas adecuadas para quitar la cáscara y secar el grano. El proyecto les permitió adquirir máquinas despulpadoras nuevas, las cuales les permitirán procesar alrededor de 350 kilos de grano en una hora.Carolina Ávila / CICR Colombia
- Con nuestro apoyo las familias construyeron, repararon e instalaron tanques de lavado, marquesinas para el secado e incluso composteras para el manejo y disposición final de los residuos de la molienda de café. De esta manera, también generan como comunidad más conciencia sobre el cuidado del medio ambiente.Carolina Ávila / CICR Colombia
- Recibieron capacitaciones del Sena sobre educación financiera, administración, planes de ahorro, inversión, ganancias y precios de venta. Después de esto, las familias tienen claro cuántos son los gastos y la rentabilidad que reciben por la producción de sus cultivos.Carolina Ávila / CICR Colombia
- A través del Comité de Cafeteros del Valle del Cauca, recibieron asistencia técnica, finca por finca, para la producción de abono orgánico, manejo de fertilizantes y control de plagas. Así como buenas prácticas de siembra, recolección del grano y técnicas de secado para mejorar el sabor de su café.Carolina Ávila / CICR Colombia
- Con este acompañamiento las comunidades han generado mucho más interés en este cultivo, no solo desde quienes participaron en el proyecto, sino también en veredas aledañas. Este proyecto les permitió conocer el potencial del cultivo a nivel global y las proyecciones de venta al mejorar su calidad.Carolina Ávila / CICR Colombia
- Al ser una zona afectada por los conflictos armados, las comunidades sentían que había sobre ellas estigmatización. El proyecto les ha permitido reconocerse y consolidarse regionalmente como familias caficultoras.Carolina Ávila / CICR Colombia
- “Antes veíamos al café como un trabajo de finca y ya. Cuando recibimos la capacitación nos dimos cuenta de que es nuestra empresa, nuestro trabajo, que es de ahí donde sacamos los recursos para nuestra vida. Entonces, nos volvimos más responsables. Ahora, tenemos una visión de qué es lo que queremos hacer con el café y nuestras fincas”, señala la familia Trochez.Carolina Ávila / CICR Colombia
- El proyecto también les ayudó a integrarse mucho más como comunidad. Vecinos de cuatro veredas de Jamundí se ayudaron para comprar y transportar los materiales, así como para la instalación de las máquinas. A través de las capacitaciones se integraron mucho más y entre las mismas familias se proyectan en el café como un negocio, incluyendo a las nuevas generaciones.Carolina Ávila / CICR Colombia
Durante 2022, acompañamos a 38 familias de tradición cafetera en cuatro veredas de Jamundí, Valle del Cauca, para que mejoren la calidad de su cultivo y así tengan más opciones de aumentar el precio de venta en el mercado.
Gracias al trabajo en equipo con la comunidad, el Sena, el Comité de Cafeteros del Valle del Cauca y el CICR, estas familias recibieron asesorías técnicas, administrativas y financieras para aumentar la producción y el sabor de cada grano de café.
Además, a través de este proyecto recibieron apoyos económicos para la compra de la maquinaria necesaria para despulpar y fermentar los granos. Esto les permitió mejorar la infraestructura que ya tenían en sus fincas y comprar nuevos molinos que les ahorran esfuerzo y horas de trabajo.
El proyecto ayudó a que las comunidades se unieran bajo la misma meta de consolidarse como una zona cafetera, alejándose así de estigmas causados por los conflictos armados.