Foto: D.Volpe/CICR

Editorial: Humanidad contra la violencia

Artículo 16 marzo 2022 Guatemala

Salha Benzeghiba, jefa de misión del CICR en Guatemala

Balance Humanitario 2021-2022

Hace cuatro años, a raíz del impacto de una bala, Wagner perdió la pierna izquierda. Con la herida física llegó también esa otra herida invisible: aprender a vivir sin una de sus extremidades, aprender, a sus 30 años, a habitar el mundo de una forma hasta ahora desconocida.

En Guatemala, un país afectado por la violencia y la desigualdad, la historia de Wagner se repite con más frecuencia de lo que las cifras revelan. La violencia no debería asociarse únicamente a la criminalidad o a hechos armados que resultan en heridos y fallecidos. Las afectaciones psicológicas generadas por las amenazas y extorsiones, las limitaciones para acceder a servicios de salud y educación, y las restricciones para el desarrollo personal, social y de participación comunitaria también son parte de las graves consecuencias humanitarias que genera la violencia y que afectan el día a día de una población que, de cierta manera, ha normalizado vivir con ella.

La llegada de la pandemia por COVID-19 en 2020 puso en una situación de mayor vulnerabilidad, si cabe, a las personas afectadas por la violencia. Dos años después, el panorama sigue siendo preocupante. Con la gradual reapertura de las actividades después de las medidas restrictivas para contener la pandemia, el país registra un importante incremento de la violencia que se suma a los graves efectos económicos y sociales derivados de la emergencia sanitaria.

El Instituto Nacional de Ciencias Forenses de Guatemala informó que durante 2021 se cometieron 4 078 homicidios, lo que representa 11,1 asesinatos diarios, cifra superior a los 3 500 crímenes registrados en 2020. Estos datos coinciden con los presentados por organizaciones de la sociedad civil. El Grupo de Apoyo Mutuo señala que el año pasado fueron asesinadas de forma violenta 4 071 personas: 3 421 hombres y 650 mujeres, cifras que representarían un incremento del 17% en relación con 2020.

Para la misión del CICR en Guatemala este escenario supone grandes retos para 2022: los múltiples impactos de la violencia se cuelan en todos los ámbitos de la vida diaria, por ello refrendamos nuestro compromiso humanitario de contribuir a prevenir y mitigar sus consecuencias.

Para Wagner, recibir su prótesis es una segunda oportunidad. Trabajamos para que las personas migrantes y afectadas por la violencia tengan acceso a la rehabilitacion física y retomen sus proyectos de vida
Para Wagner, recibir su prótesis es una segunda oportunidad. Trabajamos para que las personas migrantes y afectadas por la violencia tengan acceso a la rehabilitacion física y retomen sus proyectos de vida L.Domínguez/CICR

Nuestros modelos de trabajo parten de la mirada de las comunidades y poblaciones a las que beneficia nuestra acción humanitaria y buscan atender sus necesidades más apremiantes, a la vez que persiguen generar capacidades y dotar a las personas de herramientas efectivas para construir su propia protección y resiliencia ante los efectos de la violencia.

Este año continuaremos trabajando de la mano de la comunidad educativa, los servicios de atención en salud y emergencia, la Cruz Roja Guatemalteca, autoridades municipales y sociedad civil, para dar seguimiento a los diagnósticos iniciados por el CICR en 2021 con el objetivo de conocer mejor las necesidades de las poblaciones y diseñar en conjunto una respuesta que priorice su perspectiva sobre la violencia y sobre cómo esta afecta la vida y dinámicas de su comunidad.

A través de nuestra acción humanitaria trabajaremos para mejorar el acceso y la calidad de los servicios de salud y educación en las comunidades, para reforzar los mecanismos de protección y contribuir al fortalecimiento del tejido social para que prevalezcan los espacios humanitarios.

En muchos países de la región la violencia destruye sueños, separa familias y limita las oportunidades de crecer y ofrecer un mejor futuro a las nuevas generaciones. Es un mal que deja heridas, muchas veces silenciosas y a menudo permanentes.

Nuestra acción no se detiene. Al contrario, trabajamos para que sea más efectiva y rápida. Junto a nuestro socio nacional, la Cruz Roja Guatemalteca, y con la claridad de los principios del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, seguiremos creando una respuesta integral a un problema tan complejo como la violencia para que a la par de cada historia particular existan más posibilidades y oportunidades para construir una vida digna.

Hace cuatro años Wagner recibió su prótesis y hace unos días tuvimos la oportunidad de saludarle de nuevo cuando vino a vernos para una revisión. Verle caminar y sonreír, verle recuperar su autonomía y sus sueños es la mejor recompensa a nuestro trabajo. Porque los sueños de Wagner son los nuestros