La vida de todas las familias de Sudán del Sur ha sido afectada por el conflicto armado que se desató en 2013 y que se ha extendido a lo largo de todos estos años.
La violencia constante ha tenido efectos devastadores en todos los ámbitos de la vida: ha puesto en riesgo el acceso a los alimentos, al agua potable, a la asistencia de salud básica y a la educación.
Millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares una y otra vez, y a abandonar todo lo que tenían, incluso cosechas y ganado. Mujeres, niños y ancianos han tenido que permanecer en zonas pantanosas alejadas durante meses y meses, y subsistir únicamente a base de frutos silvestres. Cuando regresan a sus hogares, los saqueos constantes dificultan y hasta impiden, a veces, retomar la vida normal. Poco a poco, los desplazamientos recurrentes, la falta del respeto a la población civil y sus bienes, y la alteración de los mercados y del comercio han tenido consecuencias catastróficas para algunas zonas de Sudán del Sur.