Las lecciones aprendidas gracias a la lucha contra la tuberculosis en cárceles de Filipinas podrían ayudar a diseñar el combate contra el coronavirus COVID-19 en los centros de detención. Jes AZNAR/ICRC

COVID-19 – Cómo combatir la infección: la experiencia en las cárceles de Filipinas

Mientras la atención mundial está centrada en las enfermedades infecciosas debido al COVID-19, nosotros centramos la nuestra en uno de los lugares más peligrosos para la propagación de esas epidemias: las cárceles, donde el exceso de población y el acceso (a menudo) limitado a la asistencia de salud contribuyen a un aumento de los riesgos.
Artículo 24 marzo 2020 Filipinas

La superpoblación, una mala ventilación, una infraestructura totalmente deficiente y las precarias condiciones de salud, higiene y saneamiento favorecen la propagación de enfermedades infecciosas –ya sea el coronavirus (COVID-19) o la tuberculosis– que puede afectar rápidamente a un gran número de personas en los establecimientos penitenciarios. El hecho de que la causa de la COVID-19 sea un virus y la de la tuberculosis una bacteria, ambas afecciones pueden tener efectos devastadores en los grupos vulnerables como las personas de edad y los enfermos crónicos.

Se sabe, por ejemplo, que la prevalencia de la tuberculosis es cien veces mayor en los lugares de detención que en la población en general. Y según la base de datos de World Prison Brief, los últimos informes indican que las cárceles de Filipinas tienen el índice de ocupación más alto del mundo. Al 19 de marzo de 2020, el índice de superpoblación en las 467 cárceles administradas por la Oficina de Administración Penitenciaria y Penología (BJMP) alcanzaba el 534 por ciento.

El grave problema de la superpoblación en las cárceles se plantea desde hace ya muchos años. Esta fotografía fue tomada en la prisión de Manila a principios de marzo. La preparación contra las enfermedades infecciosas desempeña un papel primordial en la lucha contra las enfermedades infecciosas, que pueden propagarse rápidamente en los establecimientos penitenciarios e infectar no solo a los reclusos, sino también a los familiares que los visitan y al personal carcelario. Jes AZNAR/CICR

La enfermería regional para tuberculosos de Calamba (provincia de Laguna) es un edificio de cuatro pisos, concebido para asegurar una ventilación natural suficiente, con celdas enrejadas, y un patio con una cancha de baloncesto, donde los detenidos pueden tomar el sol. Los pacientes son aislados según su estado bacteriológico para evitar toda contaminación cruzada. El uso de mascarillas es obligatorio en el interior del recinto para los detenidos, los visitantes y el personal penitenciario. Al 16 de marzo de 2020, había en la enfermería 300 detenidos enfermos (272 hombres y 28 mujeres). Nueve de ellos padecen de una tuberculosis farmacorresistente. Fotografía: CICR

Un recluso, que está en su quinto mes de tratamiento, entrega una muestra de esputo al personal de salud de la cárcel. La muestra se examinará en el laboratorio para determinar si sigue o no infectado por la tuberculosis. Fotografía: CICR

Las personas de edad y las que sufren ya de otras patologías (hipertensión, enfermedades cardíacas, enfermedades del sistema respiratorio, cáncer o diabetes) son más vulnerables a la tuberculosis y a la pandemia de COVID-19. Jes AZNAR/CIC

 

"Hace muchos años, cuando postulé a un trabajo, me hicieron un examen radiológico que indicó que tenía tuberculosis . Seguí un tratamiento durante seis meses pero no lo terminé. He estado preso siete años en un establecimiento superpoblado. Me sometieron a una detección colectiva y un examen de esputo, y se comprobó entonces que tenía una tuberculosis farmacorresistente, porque no había acabado el tratamiento cuando contraje la enfermedad. Hace seis meses que estoy en tratamiento. Los primeros cuatro meses fueron difícil porque teníamos inyecciones todos los días y muchos medicamentos que tomar. Pero aguanto porque quiero curarme. Ahora sigo el tratamiento porque espero salir de esto". - "Rudy", recluso con tuberculosis farmacorresistente. Jes AZNAR/CICR

Contraje la tuberculosis en 2003. Tomé los medicamentos durante tres meses solamente y, como me sentía mejor, no terminé el tratamiento. Descubrí que tenía nuevamente tuberculosis cuando estaba detenido en 2015. Me dieron inyecciones durante dos meses y luego unas tabletas durante los siete meses siguientes. Al principio estaba bien, pero luego apenas podía caminar. Me obligué a soportar el tratamiento para sobrevivir. El personal penitenciario me ayudó realmente mucho. Comenzaron de inmediato el tratamiento para mí y los otros detenidos que presentaban síntomas de tuberculosis. Tengo un hijo y quiero volver a verlo. Es lo que me motiva. He rezado a Dios para que me sane. Me digo que debo aguantar un poco más y pronto seré libre. Realmente espero poder superar esto". - "Joey", recluso de 44 años que se curó de la tuberculosis en la enfermería de Calamba. Jes AZNAR/CICR

Una buena alimentación es esencial para prevenir la tuberculosis, pero también durante todo el tratamiento. La detección precoz también es clave para lograr un tratamiento satisfactorio de los detenidos con tuberculosis y reducir el riesgo de propagación de la enfermedad. "La enfermería nos suministró todos los medicamentos necesarios durante los seis meses de tratamiento. Pero sigo pidiéndole a mi madre que me traiga frutas y vitaminas para que no vuelva a contraer la enfermedad. Ahora, apenas veo a alguien en nuestro dormitorio con síntomas de tuberculosis –pérdida de apetito, tos persistente– le pregunto: 'cuánto tiempo más vas a soportar así'. Lo acompaño. Le digo que coma lo más posible, que beba gran cantidad de agua, más de siete vasos al día, si es posible". - "Mike", recluso que fue tratado por tuberculosis en la enfermería de Calamba en 2014, y hoy está curado. Jes AZNAR/CICR

 

 La tuberculosis es curable, aunque la duración del tratamiento es de seis meses para la tuberculosis ordinaria y de nueve meses a dos años para las formas farmacorresistentes. Aquí, una enfermera consulta el historial médico de cada detenido con tuberculosis para preparar cada día los medicamentos. Cada paciente toma entre dos y 24 tabletas por día y, en algunos casos, recibe, además, antibióticos por inyección durante dos y cuatro meses. Fotografía: CICR

"Los efectos secundarios (náuseas, dolor de cabeza, comezón, dolores musculares, rigidez y, a veces, pérdida de audición) pueden ser difícilmente soportables y, por ello, a veces los pacientes interrumpen el tratamiento. Me quedé sordo del oído derecho, ni siquiera puedo oír el disparo de un arma. También la rifampicina diluida en agua me da picazón en todo el cuerpo. Pero no me arrepiento de haber seguido todo el tratamiento, pues si no hubiera tomado los medicamentos, no podría estar aquí contestando a sus preguntas, sin duda estaría muerto. Sentía que mi cuerpo era como una vela que se iba apagando de a poco". - "Carlo", recluso que se curó de la tuberculosis. Jes AZNAR/CICR

"Lo bueno de aquí es que los casos de tuberculosis en nuestras cárceles son aislados y tratados en la enfermería. Los retiramos de una cárcel superpoblada donde seguramente hay muchos casos de tuberculosis. Es la ventaja de esta enfermería: ser un lugar donde se presta cuidados a los detenidos con tuberculosis. Se les ayuda a sanar de su enfermedad. Reciben educación sanitaria y atención de salud". - Daisy Ann Ancheta, enfermera del Programa Nacional de Control de la Tuberculosis que trabaja en la enfermería regional de Calamba desde que abrió sus puertas en 2012. Jes AZNAR/CICR

Con un aparato GeneXpert se puede detectar el bacilo de la tuberculosis en las expectoraciones de los enfermos al cabo de dos horas. También se pueden analizar las cepas resistentes a la rifampicina. La enfermería regional de Calamba tiene dos aparatos de estos, uno de ellos donado por el CICR, lo que le permite aislar y tratar adecuadamente a los detenidos con primoinfección tuberculosa y a los tuberculosos resistentes a la rifampicina. Los casos resistentes a la rifampicina se someten a otras pruebas de laboratorio para determinar la magnitud de la farmacorresistencia. Dichas pruebas se efectúan en el Centro Médico de Batangas y el Laboratorio Nacional de Referencia para la tuberculosis. Fotografía: CICR

"Cuando me enteré de que mi marido tenía tuberculosis, mi único deseo para él fue que debía seguir un tratamiento. Poco importa cuánto tiempo estará lejos de nosotros, mientras siga el tratamiento adecuado. Lo visito dos veces por semana. Me demoro una hora en ir a verlo. Hablamos de las travesuras que hacen nuestros nietos. También le llevo comida. Al principio, tenía miedo de ir a visitarlo, pero pensé que se sentiría triste si no lo hacía, y que en lugar de estar mejor, su estado empeoraría. Eso me ayudó a vencer el miedo a contraer la tuberculosis". - Una mujer visitando a su marido que acababa de terminar el tratamiento. Su marido, encarcelado en Batangas, fue trasladado a la enfermería en octubre de 2019 después de que se le diagnosticó la tuberculosis en uno de los exámenes colectivos de detección. Jes AZNAR/CICR

"Nuestras autoridades se dieron cuenta de que, en nuestras cárceles superpobladas, los detenidos son más vulnerables a la tuberculosis. Por ello, crearon este lugar para prestar un mejor tratamiento a los reclusos tuberculosos y detener la propagación de la enfermedad en los establecimientos penitenciarios. Aquí son atendidos por el personal médico y reciben medicamentos. Así tienen muchas más posibilidades de recuperarse. El hecho de que estén presos no significa que no deban recibir los mismos cuidados de salud que el resto de la comunidad. No debe haber desigualdad en cuanto a la calidad de la atención dispensada. No debería haber ninguna diferencia". –Elizabeth Garceron, directora de establecimientos penitenciarios, responsable de la enfermería regional para la tuberculosis de Calamba. Jes AZNAR/CICR

Aparte de la familia, la fe es lo que ayuda a muchos reclusos con tuberculosis. Un detenido, que sospecha que tiene una recaída de tuberculosis farmacorresistente declara: "Le he rezado a Dios para que me sane. Me digo que debo aguantar un poco más y pronto saldré de aquí. Siempre le estoy rezando y tengo la esperanza de que podré superar esto". Jes AZNAR/CICR

"Apoyar a la enfermería ha sido una prioridad para nosotros porque entendimos que la BJMP se esforzaba por brindar la mejor asistencia posible a los reclusos con tuberculosis. Estar detrás de las rejas ya es de por sí un gran sufrimiento. Por consiguiente, la enfermedad es un peso adicional para la persona que está presa. Algunos, cuando no la mayoría de los detenidos, serán liberados. Si están enfermos al salir de la cárcel, pueden infectar a sus familiares y compañeros de trabajo. El CICR, como la BJMP, opina que los detenidos merecen la misma asistencia de salud que el resto de la comunidad. Las autoridades penitenciarias se enfrentan a muchas limitaciones. El CICR insta a todos los asociados del sector de la salud a que ayuden a las autoridades penitenciarias a brindar una mejor asistencia de salud a los detenidos". - Ramón Paulo Eustaquio, responsable de salud en el terreno, designado por el CICR para apoyar el programa de lucha contra la tuberculosis en las cárceles. Fotografía: CICR

La lucha contra la tuberculosis en las cárceles filipinas puede servirnos como experiencia para afrontar el nuevo coronavirus en los establecimientos penitenciarios. Así por ejemplo, nos muestra la importancia de los protocolos de control de la infección (detección rigurosa de entrada y exámenes colectivos de detección en los centros de detención), así como de la creación de unidades de aislamiento para los pacientes infectados a fin de contener la propagación de la enfermedad. Una enfermería dedicada al aislamiento y tratamiento de los detenidos tuberculosos en la región de Calabarzon –donde se encuentran algunas de las cárceles más superpobladas de Filipinas– es una primera iniciativa en un país donde los establecimientos penitenciarios están superpoblados.

Esos factores complican aún más la prevención, el tratamiento y la contención de las enfermedades infecciosas. Además, una proporción importante de la población carcelaria es más vulnerable debido a patologías ya existentes (hipertensión, enfermedades cardíacas, enfermedades del sistema respiratorio, cáncer o diabetes) y a la edad, factores que, según la Organización Mundial de la Salud, pueden agravar el estado de salud de las personas infectadas por el COVID-19.

Es fundamental apoyar esta iniciativa habida cuenta de la densidad de la población de las 44 cárceles diseminadas en esta región, lo que sigue planteando problemas logísticos y de salud pública e impidiendo que se preste asistencia sanitaria ante una tuberculosis endémica y la pandemia de COVID-19.

El CICR, cuya labor consiste, entre otras tareas, en visitar los establecimientos penitenciarios para garantizar que los detenidos reciban un trato humano, ayuda a las autoridades filipinas a enfrentar las causas y las consecuencias del exceso de población carcelaria, por ejemplo, promoviendo el acceso de los detenidos a una asistencia de salud de calidad. Creemos que una mayor inversión en los programas de prevención de la tuberculosis en Filipinas refuerza la capacidad de uno de los sistemas penitenciarios más vulnerables del mundo para combatir también otras enfermedades transmisibles.

Desde 2014, el CICR visita la enfermería regional de Calamba (provincia de Laguna) para los detenidos tuberculosos. Distribuimos material (insumos de laboratorio, equipo de protección personal, suministros y equipos para la detección colectiva de la tuberculosis, etc.) y brindamos apoyo técnico en la lucha contra la tuberculosis (supervisión trimestral por parte del equipo de lucha contra la tuberculosis del CICR y controles anuales del programa por parte de consultores externos; contacto con el Ministerio de Salud, las autoridades sanitarias provinciales y municipales, y asociados como el Fondo mundial- Philippine Business for Social Progress (PBSP) y USAID, así como asesoramiento en materia de cambios en el funcionamiento de la enfermería). En 2019, el CICR también prestó apoyo para ampliar las celdas y renovar las cocinas y el laboratorio.

El CICR se empeña continuamente en fortalecer el sistema de salud en las cárceles de Filipinas en general, mediante actividades destinadas a mejorar el acceso de los detenidos a la asistencia de salud, la detección y la lucha contra la tuberculosis. Para ello, contribuye a definir lo que deben contener los "historiales clínicos de los detenidos" y establecer procedimientos de detección de entrada; realizar exámenes colectivos de detección de tuberculosis en el marco de los esfuerzos de detección precoz y capacitar en la materia al personal de salud que trabaja en el medio carcelario; mejorar, mediante el apoyo material y de equipo, los servicios e instalaciones dedicados a la detección de la tuberculosis y al aislamiento y tratamiento de los detenidos con tuberculosis; y afinar el sistema de remisión a los establecimientos de salud pública.