Recordando a los tres colegas fallecidos en Yemen
La familia entera del CICR quedó devastada cuando supo de la muerte de tres colegas tras las explosiones que sacudieron el aeropuerto de Adén, Yemen, el 30 de diciembre de 2020. Hamid Al-Qadami, Ahmed Wazir y Saidi Kayiranga marcaron fuertemente a quienes trabajaron con ellos, por su buen humor, dedicación al trabajo e interés por ayudar a los demás. Nos tomamos un momento para honrar a nuestros tres colegas destacando la impronta que dejaron en los amigos que supieron hacerse.
Hamid Al-Qadami
Conocido en la subdelegación de Saada por su buen carácter, Hamid Al-Qadami había salido a divertirse con sus colegas del CICR justo antes de su vuelo a la India y preguntó en un grupo de WhatsApp dónde debía aparcar su coche. Un colega le respondió en broma: "Puedes venderlo para chatarra". Otro le sugirió dejarlo en un hotel. Un tercer colega le dijo que el coche sería bueno como carretilla.
Hamid respondió: "Debería haber sabido que no tenía que preguntar en este grupo".
Hamid estaba a pasos de un gran logro: finalizar su doctorado en una universidad de la India. Esperaba que ese diploma le ayudara a mejorar su trabajo de asistir al prójimo en Yemen.
Conocido como el profesor de muchos en la delegación, Hamid se sacrificó durante años para obtener ese título avanzado. En una oportunidad, estaba corto de dinero para continuar con sus estudios, entonces decidió irse a Jordania para trabajar y reunir el dinero necesario. Decía a sus amigos y colegas que todos podemos hacer realidad nuestros sueños.
"Pude ver su optimismo cuando me contó esta historia y cuando les contaba a otros todo lo que tuvo que atravesar para obtener su diploma de grado", dijo Yahya Amer, colega del CICR.
Fuera del trabajo, a Hamid, de 41 años, le gustaba hablar de la hermosa naturaleza de la India y de la variedad de sus comidas. Y siempre repetía cuánto tuvo que trabajar para finalizar sus estudios.
En Yemen, como encargado de salud en el terreno y en el marco de diversas misiones de asistencia, entregó artículos de primera necesidad a migrantes y detenidos. Durante el último año, trabajó para apoyar los centros de cuarentena que se instalaron en respuesta a la COVID-19.
"A veces, después de un largo día, nos sentábamos y conversábamos. Era optimista sobre sus estudios y estaba muy orgulloso de hacer el doctorado en la India", dijo Amer.
Los fines de semana, Hamid conducía tres horas para regresar a casa y visitar a su familia, integrada por seis hijos varones, hecho que sorprendía a algunos. "Parecía demasiado joven para tener una familia tan grande", dijo Basheer Jubran, otro colega del CICR.
La muerte de Hamid ha dejado a muchos con una enorme tristeza: una cruel ironía quiso que Hamid encontrara la muerte justamente cuando estaba yéndose de Yemen, después de trabajar en medio de tantos peligros.
"Todos lo extrañamos, estamos muy heridos y apenados", dijo Jubran. "No sabemos cómo explicar lo que le sucedió y, en la subdelegación, honramos su memoria cada vez que se presenta la ocasión."
Ahmed Wazir
Siempre sonriendo. Así es como todos recuerdan a Ahmed Wazir. El trabajo en el CICR generalmente nos lleva a conocer a muchas personas. Pero podría decirse que Ahmed conoció a casi todas: como integrante del equipo de operaciones aéreas, Ahmed saludó a todas las personas que aterrizaron en el aeropuerto de Adén y las despidió cuando se fueron.
"Siempre recibía a todos con una gran sonrisa. Lo dicen tanto los colegas "móviles" como los yemeníes", dijo Rami Ahmed, colega y amigo de Ahmed. "Así que esta era una especialidad de Ahmed Wazir. Siempre estaba sonriendo, y eso es algo muy bueno; la gente me dice ahora que él está sonriendo."
En el aeropuerto, Ahmed Wazir se encargaba de la logística para traer artículos y personal.
Otro colega del CICR, Rami Hussein, asistió a la misma universidad que Ahmed Wazir cuando estudiaba informática, antes de continuar estudiando ingeniería aeronáutica, lo que le permitió conseguir su trabajo como ingeniero aeronáutico.
"Él soñaba con ser piloto o volar. También lo inspiraban sus tíos, que fueron miembros de la tripulación de Yemenia Airways", dijo Rami Hussein. "Tenía dos o tres familiares en la misma industria. En cierta medida, heredó esta pasión de ellos. Ellos lo inspiraron."
Los colegas que preguntaron quién murió en el ataque en Yemen enseguida recordaron la sonrisa de Ahmed, agregó Rami Hussein. "Porque siempre recibía a la gente con una gran sonrisa y parecía feliz de conocer gente nueva. Era muy, muy amable."
Rami Ahmed conoció a Ahmed Wazir en 2014, cuando trabajaba como ingeniero aeronáutico para una aerolínea yemení en el aeropuerto de Adén. Hoy el aeropuerto tiene una fotografía conmemorativa de Ahmed Wazir cerca de donde murió. Ahmed tenía 34 años y dos hijos pequeños.
"Me di cuenta de que a él le gustaba este lugar y murió en este lugar que le gustaba", dijo Rami Ahmed. "Eso me conmovió. Lo conozco. Conozco su amor y pasión por el aeropuerto. Encontró la muerte en el mismo lugar que amaba."
Saidi Kayiranga
Era de origen ruandés, pero su nombre, Saidi, significa "feliz" en árabe. Y Saidi parecía estar feliz cuando ayudaba a los demás.
Después de pasar dos semanas en cuarentena por la COVID-19 al llegar a Yemen, estaba ansioso por salir al terreno. Tan ansioso, de hecho, que pidió quedarse más tiempo para poder llevar a cabo su evaluación de dos hospitales.
Apasionado por su trabajo y deseoso de compartir su evaluación, su trabajo reveló deficiencias en dos departamentos y ofreció soluciones pragmáticas, dijo Avril Patterson, coordinadora de Salud en Yemen.
"Tenía muchas ganas de volver a Yemen, porque vio necesidades que podrían satisfacerse a través de capacitación", dijo Patterson. "Saidi se sumó a nuestro equipo como técnico radiólogo, pero sin dudas era un humanitario también. Estaba preocupado no solo por las máquinas o incluso por el personal, sino también por los pacientes... Él estuvo aquí por poco tiempo, pero su trabajo continuará."
Adorable y amable (así lo describieron sus colegas), Saidi solía hablar de su familia. Hablaba especialmente bien de su esposa, por su gran influencia en su vida y por haberlo apoyado en sus planes, dijo Raphael Kerio, especialista en prótesis y órtesis en Yemen.
Saidi estaba devastado porque, a raíz de los cierres impuestos por la COVID-19, no pudo estar con su esposa en la sala de partos cuando nació su segunda hija; pero cuando la bebé Astra-Allen finalmente llegó, el padre lloró de alegría, dijo Faith Mbijiwe, administrador del Hospital Rural Bajil de Yemen.
"Compartimos los primeros momentos de la recién nacida a través de una videollamada con su encantadora madre desde su cama de hospital. ... Amaba tanto a su esposa y a su hija que no pasó un día sin que hablara de ellas; anhelaba tanto poder verlas pronto", dijo Faith.
Jonathan Delchambre, delegado de ingeniería biomédica del CICR, recuerda que Saidi estaba plenamente dedicado a la formación y mejora del departamento de radiología de este hospital. "No siempre ha sido fácil trabajar en este hospital, pero Saidi siempre logró superar los desafíos de una manera muy diplomática."
Younis Elshalwi estaba en la delegación de Saná saludando al personal que se iba al aeropuerto y ayudó a Saidi con sus maletas; intercambió bromas con él hasta el último momento.
"Yo le decía: 'Saidi, ¿te vas? ¿Nos dejas?", recordó Younis. "Saidi significa feliz en árabe. Saidi se alegró mucho al saber que pronto abordarían, siguiendo sus recomendaciones, el problema que había identificado con el equipo de radiología de Bajil. Sintió que era un logro. Cuando cerraba la puerta del autobús del CICR, Saidi me hizo un gesto de agradecimiento con las dos manos y dejó ver su sonrisa tímida y discreta."